EL ARROYO
– transformación en conciencia-
En tiempos antiguos existían dos hermosos manantiales en las cumbres de las montañas, formadas por la acumulación de hielo y nieve.
Cada una vivía plácidamente en su propia montaña sintiéndose seguros, confiados, conformes con su existencia, aunque en algunas oportunidades sentían la soledad, había algo más, algo que no podían comprender con exactitud.
En una tarde de verano la tierra comenzó a danzar, cada vez más y más fuerte, alrededor de las montañas. De repente los manantiales se precipitaron al vacio, rápidamente empezaron a caer y caer, descendían sin remedio. Y entre ellas se decían: “No puedo contenerme, voy directo hacia abajo, no puedo frenar, no puedo parar, es irreversible; no hay regreso- no lo hay. “
Y de esta forma eran arrojados al vacio.
Los sentimientos eran cada vez mas contradictorios, no querían caer, pero el descenso les proporcionaba sensaciones nunca antes conocidas, inimaginables- era una locura de sensaciones – y les complacía aunque la falta de control los asustaba.
Estaban cayendo irremediablemente hacía su destino. Una suerte llena de incertidumbre.
Había un gran propósito para ellos, del que nunca hubieran imaginado, por lo cual era necesaria la caída con fuerza, la resistencia, el abandono, el descontrol, descender a donde todo se junta, donde no hay freno, solo caída.
¡Qué temor, como parar todo esto!, se decían.
El destino de los manantiales era maravilloso, precipitarse, bajar a los niveles inferiores con una finalidad mucho más grande de lo que ellos podían imaginar. Bajar, caer y luego crear, descubrir, formar, realizarse en algo superior.
Descender a los infiernos para ascender a los cielos con mayor fuerza, mayor conocimiento. Ahora juntos como un solo arroyo, ya no como manantiales separados.
Había empezado la transformación; arroyo, luego río y finalmente el mar
Que propósito mas auspicioso, predestinados a ser Uno.
Ah que lindo!!! La unidad del alma y luego la unidad con Dios… El proceso es difícil, pero es de purificación. Hermoso.